Entre Nosotras
Poderosas para dar a luz
Mientras los hombres guerreaban, nosotras seguíamos quedándonos embarazadas. Durante la Primera Guerra Mundial murieron más mujeres en el parto que hombres en combate. No se las consideraba importantes. “Si fueran los hombres los que murieran por, simplemente, completar su ciclo reproductivo, ¿el mundo permanecería impasible?”, se preguntaba hace unos años Asha Rose Migiro, vicesecretaria de Naciones Unidas.
Hoy, en España, como en el resto de países occidentales, la tasa de fallecimientos maternos ha caído en picado a uno de cada 100.000. Pero, ¿qué ha cambiado?, ¿han sido los avances médicos? No solo. La tesis de Nicholas Kristof y She Ryl Wudunn, en el magnífico libro “La mitad del cielo” (Ed. Duomo), señala entre otras cosas al empoderamiento femenino tras conseguir el derecho a voto, lo que, de repente, volvió a las mujeres visibles para la clase política. “Desde que las mujeres pudieron votar, de pronto su vida se volvió más importante. Así que el sufragio femenino se convirtió en una inmensa e imprevista mejora para la salud de la mujer”. Es decir, que a más poder social, mejores condiciones de vida.
En el continente africano son las mujeres las que mueven el mundo. Usan los microcréditos –apenas 1.000 euros- para abrir negocios útiles que las beneficien a ellas, a sus familias, y a la comunidad. Todos prosperan. Los hombres, en cambio, se compran una moto. Y, a pesar de eso, las mujeres en África siguen sin tener el poder real y en el Tercer Mundo están falleciendo 15.000 mujeres cada día al dar a luz.
Otras muchas consiguen sobrevivir pero son desahuciadas por su gente. Hace unos años conocí a Bintou. Su parto le había provocado una fístula, un canal entre vagina, uretra y ano por el que orina y heces salen sin control del cuerpo de la mujer. Sería tan fácil y barato haberle dado unos puntos de sutura... pero son solo mujeres, así que no es importante. Su marido la devolvió a su familia de origen.
Y su familia, asqueada, la desterró a los límites de la aldea. Poco a poco la fueron olvidando. Bintou sobrevivió gracias a un médico europeo que la operó a tiempo. Ya casi anda bien. Pero muchas otras mujeres, ovilladas en el suelo, desgarradas, terminan muriendo de hambre, sed y olvido.
P. D.: El empoderamiento femenino pasa por ser dueñas de la propia sexualidad, por tener educación y medios para controlar, no solo el ciclo reproductivo, sino también su seguridad. En África, muchas mujeres están a salvo hasta que se casan. Después, son sus maridos quienes les contagian el VIH.
Hoy, en España, como en el resto de países occidentales, la tasa de fallecimientos maternos ha caído en picado a uno de cada 100.000. Pero, ¿qué ha cambiado?, ¿han sido los avances médicos? No solo. La tesis de Nicholas Kristof y She Ryl Wudunn, en el magnífico libro “La mitad del cielo” (Ed. Duomo), señala entre otras cosas al empoderamiento femenino tras conseguir el derecho a voto, lo que, de repente, volvió a las mujeres visibles para la clase política. “Desde que las mujeres pudieron votar, de pronto su vida se volvió más importante. Así que el sufragio femenino se convirtió en una inmensa e imprevista mejora para la salud de la mujer”. Es decir, que a más poder social, mejores condiciones de vida.
En el continente africano son las mujeres las que mueven el mundo. Usan los microcréditos –apenas 1.000 euros- para abrir negocios útiles que las beneficien a ellas, a sus familias, y a la comunidad. Todos prosperan. Los hombres, en cambio, se compran una moto. Y, a pesar de eso, las mujeres en África siguen sin tener el poder real y en el Tercer Mundo están falleciendo 15.000 mujeres cada día al dar a luz.
Otras muchas consiguen sobrevivir pero son desahuciadas por su gente. Hace unos años conocí a Bintou. Su parto le había provocado una fístula, un canal entre vagina, uretra y ano por el que orina y heces salen sin control del cuerpo de la mujer. Sería tan fácil y barato haberle dado unos puntos de sutura... pero son solo mujeres, así que no es importante. Su marido la devolvió a su familia de origen.
Y su familia, asqueada, la desterró a los límites de la aldea. Poco a poco la fueron olvidando. Bintou sobrevivió gracias a un médico europeo que la operó a tiempo. Ya casi anda bien. Pero muchas otras mujeres, ovilladas en el suelo, desgarradas, terminan muriendo de hambre, sed y olvido.
P. D.: El empoderamiento femenino pasa por ser dueñas de la propia sexualidad, por tener educación y medios para controlar, no solo el ciclo reproductivo, sino también su seguridad. En África, muchas mujeres están a salvo hasta que se casan. Después, son sus maridos quienes les contagian el VIH.
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