Como cada día, él la esperaba en el anden, sentado en el banco que está junto a la puerta.
Y como cada día, ella ni se inmuto al verlo, el mismo traje, las mismas flores - ya marchitas - habían pasado casi cuarenta años desde el último beso, pero él seguía esperando volver a ver su sonrisa.
Y como cada día, cuando cerraban la estanción, el se iba con su tristeza y con la esperanza de que mañana saliera el sol.
http://youtu.be/4i1rEuslWw0
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