Ese respigo, que recorre tu cuerpo, cuando te acarician o cuando no,
ese respirar agitado, entre las sabanas, que un día tuviste,
el mirar desconsolado se torna en una sonrisa,
y volver a recordar, cada caricia, en la intimidad.
Desear que llegue otro día sólo para oler y respirar felicidad.
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