miércoles, 7 de marzo de 2012

Capitulo 343 - House

House, es una de mis series preferidas, básicamente, porque me hace pensar, casi nunca lo importante es la historia clinica, sino las relaciones humanas y lo que conllevan.

Aún recuerdo, el tercer capitulo de la tercera temporada "Consentimiento informado" duro, pero efectivo, te hace pensar hasta que punto la ética en la medicina esta reñida con la evolución de la misma.

Acabo de ver el Capitulo 12 de la octava y última temporada, "Chase", trata sobre la relación de Robert con una paciente novicia, que está a punto de enclaustrarse en un convento.

Lo importante de este capitulo, es la moraleja, que para mi es algo así como si de verdad lo quieres deja que se vaya, que sea feliz y entonces me acorde de tí y me pregunte si debo dejarte ir.

2 comentarios:

  1. Alargaba la mano y te tocaba.
    Te tocaba: rozaba tu frontera,
    el suave sitio donde tú terminas,
    sólo míos el aire y mi ternura.
    Tú moras en lugares indecibles,
    indescifrable mar, lejana luz
    que no puede apresarse.
    Te me escapabas, de cristal y aroma,
    por el aire, que entraba y que salía,
    dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
    en el dintel de siempre, prisionero
    de la celda exterior.

    La libertad
    hubiera sido herir tu pensamiento,
    trasponer el umbral de tu mirada,
    ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
    como una flor, la infancia , y aspirar
    su esencia y devorarla. Hacer
    comunes humo y piedra. Revocar
    el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
    uno en el otro. Trasponer los últimos
    límites. Reunirnos…..

    Alargaba la mano y te tocaba.
    Tú mirabas la luz y la gavilla.
    Eras luz y gavilla, plenitud
    en ti misma, rotunda como el mundo.
    Caricias no valían, ni cuchillos,
    ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
    sonriente, apartada, eterna tú.
    Y yo, eterno, apartado, sonriente,
    remitiéndote pactos inservibles,
    alianzas de cera.

    Todo estuvo de nuestra parte, pero
    cuál era nuestra parte, el punto
    de coincidencia, el tacto
    que pudo ser llamado sólo nuestro.

    Una voz, en la calle, llama y otra
    le responde. Dos manos se entrelazan.
    Uno en otro, los labios se acomodan;
    los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
    se abate, emperador de los encuentros.
    ¿Esto era amor? La soledad no sabe
    qué responder: persiste, tiembla, anhela
    destruirse. Impaciente
    se derrama en las manos ofrecidas.
    Una voz en la calle….Cuánto olor,
    cuánto escenario para nada. Miro
    tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
    tú, los míos: ¿esto se llama amor?

    Permanecemos. Sí, permanecemos
    no indiferentes, pero diferentes. Somos
    tú y yo: los dos, desde la orilla
    de la corriente, solos, desvalidos,
    la piel alzada como un muro, solos
    tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
    Idénticos en todo,
    sólo en amor distintos.
    La tristeza, sedosa, nos envuelve
    como una niebla: ése es el lazo único;
    ésa la patria en que nos encontramos.
    Por fin te identifico con mis huesos
    en el candor de la desesperanza.
    Aquí estamos nosotros: desvaídos
    los dos, borrados, más difíciles,
    a punto de no ser….¿Amor es esto?
    ¿Acaso amor es esta no existencia
    de tanto ser? ¿Es este desvivirse
    por vivir? Ya desangrado
    de mí, ya inmóvil en ti, ya
    alterado, el recuerdo se reanuda.
    Se reanuda la inútil existencia….
    Y alargaba la mano y te tocaba.

    "Alarga la tuya y nos tocaremos antes. Yo no he colgado el cartel de no molestar".

    ResponderEliminar
  2. Yo no quiero tocarte, quiero que estes a mi lado, yo no quiero buscarte, sino encontrate, en el camino al baño, y mirarte con deseo y que tu sonrisa sea un sí.

    ResponderEliminar